Hvar es el nombre de una de las islas más visitadas del Adriático, en la costa de Croacia. Y se explica bastante fácil: sus calas, resguardadas entre rocas y bañadas por algunas de las aguas más transparentes del planeta, su clima apacible gran parte del año, su ambiente tranquilo. Pero también, por la belleza de sus poblados casi inalterados desde tiempos medievales. Entre los pueblos medievales que salpican la costa está el puerto de Sucuraj, la propia Hvar, Jelsa o Stari Grad.
Por ejemplo, Stari Grad es un poblado pequeño donde según estudios, estuvo el primer asentamiento de las islas del Adriático. Stari Grad guarda un aspecto que no ha variado, con sus casas bajas, calles empedradas. Además, es un sitio reconocido como Patrimonio de la Humanidad en el entorno rural, como ejemplo del sistema agrícola griego que aún perdura hasta la actualidad. Lo mismo sucede en cada poblado de la isla: belleza natural y encanto medieval.
Mario Fajt (En la ciudad de Hvar)
A. Peach En Stari-Grad
Jean Latour (en el monasterio de Hvar)
Mario Fajt (En la ciudad de Hvar)
A_Peach (En Stari Grad)
Radek Vitoul (En Stari Grad)
greenmelinda (En Stari Grad)
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Mario Fajt En Stari-Grad
A_Peach En Stari-Grad
A_Peach (En Stari-Grad)
Derecho de autor: Evgeniya Moroz via Shutterstock
En el paisaje, abundan las colinas suaves, los viñedos, la costa con playas pequeñas, calas solitarias junto al mar azul cristalino. Mientras la ciudad de Hvar por su aspecto medieval es una de las más impresionantes, cada poblado pequeño o grande tiene su atractivo y merece una visita (la isla no es muy ancha, pero si extensa en kilómetros hacia lo largo, por lo que tal vez sea buena idea alquilar un coche para recorrerla pueblo a pueblo).
La temporada alta va de mayo a septiembre, especialmente en agosto cuando la isla de Hvar es muy visitada por turistas italianos.